Mendetz son uno de sus máximos exponentes y con dos discos ya publicados han ido conquistando poco a poco al público con su mezcla de pop, electrónica, estética ochentera y versiones de grupos políticamente incorrectos (como Chimo Bayo). El pasado sábado actuaron en una repleta Sala López dentro de la recta final de la larga gira de presentación de su último disco, Souvenir. El problema de su último trabajo es que en su búsqueda de un homenaje a la música de los 80 se han acercado demasiado a un sonido excesivamente limpio y profesional que les quita toda la frescura de la que gozaban en sus comienzos.
Por suerte, en directo la cosa cambia e insuflan energía a las nuevas composiciones, bien sea por medio de una ejecución más pasional o gracias a trucos facilones pero efectivos (subidón, subidón). La cosa funciona, para disfrute de un público deseoso de pasarlo bien. Así pués, mezclaron de manera inteligente las canciones de Souvenir con las de su homónimo debut, que fueron las que más brillaron (The boola shines in the pink neon room, The Ground, Dryness…).
Los grandes momentos los dejaron para el final: Futuresex, antes de los bises (tema francamente infalible) y su celebrada, desacomplejada y petarda versión de Freed from desire, de Gala, para cerrar la noche. En fin, que Mendetz son mucho más disfrutables cuando se desmelenan y se andan sin complejos, justo lo que hubieran hecho De Vito de haber podido tocar; su concierto se suspendió a última hora, una pena.
