ENTREVISTA: Gonzalo de la Figuera. Por Santi Gutiérrez

25 aniversario de Pirineos Sur.

Digamos que Pirineos Sur no sería lo mismo sin su figura. El periodista Gonzalo de la Figuera es un fijo del festival, ha presenciado todas sus ediciones, las ha cubierto para prensa, ha actuado, ha ejercido como DJ y desde hace varios años presenta los conciertos. Así que quién mejor para contar unas anécdotas de estos 25 años.

 

¿Qué es Pirineos Sur para ti?

Es mucho más que un festival. Después de 25 años forma parte de mi biografía personal y no me imagino un mes de julio sin él. Lo he disfrutado a fondo como espectador y periodista, pero también como artista (he actuado tres veces, con Enfermos Mentales y Couscous Party) e incluso he pinchado como Dj. Además de ejercer como presentador en los últimos años. O sea, lo he vivido prácticamente desde todos los ángulos y es casi como un segundo hogar, no puedo ser muy imparcial…

¿Cómo has visto su evolución y qué es lo que más destacarías?

Creo que el festival ha ido creciendo con coherencia, desarrollando una personalidad propia muy definida, sin perder nunca las esencias, y respetando un entorno privilegiado. Nunca ha buscado masificarse, y ése ha sido uno de sus grandes aciertos. En lo musical, con el paso de los años ha ido abriéndose a estilos y sonidos más allá de lo que se consideran «músicas del mundo”: desde el rock al rap o la electrónica, pero sin perder las señas de identidad. Ahora nadie se extraña de que programen a artistas como Amaral o Mark Knopfler junto a músicos africanos, flamencos o caribeños. La diversidad es uno de los valores principales de Pirineos Sur.

Por tu experiencia como periodista, ¿cómo crees que se valora desde fuera?

A lo largo de los años he coincidido allí con periodistas y espectadores de toda España, franceses, ingleses, marroquíes, mexicanos, senegaleses, argentinos… y puedo asegurar que Pirineos Sur goza de un enorme prestigio, tanto a nivel nacional como internacional. Ya sean periodistas o músicos, todos se van encantados del festival, por el ambiente, el paisaje, la organización, el trato… He visto a muchos artistas flipar cuando ven el escenario de Lanuza.

¿Existe algo que eches en falta o que se podría mejorar?

La verdad, no se me ocurre qué podría mejorar. Al principio había ciertas incomodidades lógicas, pero el nuevo recinto del auditorio de Lanuza solucionó esos problemas.

¿Y a qué gran artista has echado de menos en todos estos años?

Puestos a soñar, si algún día actuaran Tom Waits o Steely Dan ya podría morirme tranquilo…

¿Cuáles han sido los mejores momentos que has vivido?

Buff… son tantas vivencias, tantos momentos inolvidables, que es difícil quedarse con sólo dos o tres. La primera vez que fui, a un concierto de Ray Lema con las Voces Búlgaras, fue un flechazo fulminante. La actuación de Manu Dibango con Wakafrica, una reunión de grandes estrellas africanas, también fue memorable; o la primera vez que vino Carlinhos Brown, por entonces un perfecto desconocido, que nos dejó boquiabiertos. Y Rachid Taha, Calexico, Wunmi, Salif Keita, Rubén Blades, la lista sería interminable. También guardo un gran recuerdo del homenaje que hicimos a Labordeta en 1999 diez bandas aragonesas, lo pasamos en grande. Recuerdo ver a José Antonio en una esquina del escenario, saltándosele las lágrimas de la emoción. O pequeños placeres como conocer en persona a artistas a los que admiro profundamente, tomarse un roncito a mediodía en el bar del hotel con el sonero cubano Pío Leyva, que vino para un concierto y se quedó varios días, hecho un chaval a sus 80 años. Y, por supuesto, un montón de anécdotas más personales, que es mejor callar. 

Venga, no te cortes y no nos dejes con la curiosidad…

Vale… 1996, durante la actuación de Papa Wemba. Acudo a aliviar la vejiga a los sanitarios portátiles que había entonces. Tiro de la cadena y la cisterna se me vuelca encima de la cabeza, varios litros de gélida agua pirenaica de origen glaciar, que me dejan empapado de arriba abajo; cuando volví a primera línea, las amistades me miraban estupefactas creyendo que me había caído al pantano.

Otra: En 2005 estábamos Cousocus Party en la prueba de sonido en Lanuza cuando se desató una tormenta pirenaica de proporciones bíblicas, un auténtico vendaval de agua, truenos y viento huracanado; llegamos a ver una especie de tornado horizontal que se nos echaba encima desde la presa del pantano. Terrorífico. Los técnicos de escenario intentaban cubrir el equipo de sonido, focos y demás, todos estábamos un pelín acojonados, y en ésas que vemos a los técnicos de sonido gesticulando como locos desde la mesa, a mitad de la ladera; la ventolera era tal que no podíamos oír lo que nos gritaban, hasta que lo entendimos: «¡todo el mundo fuera ya!» Salimos en desbandada y nos enteramos de que se había soltado una de las sirgas que amarraban a la orilla el escenario; estuvimos a punto de que fuera realmente flotante, pero en medio del pantano…  

¿Cómo ves la interacción de los vecinos de la zona?

No cabe duda de que para el valle de Tena el festival supone un importante motor económico en temporada baja, así que supongo que están encantados. Hemos hecho muchos amigos ahí arriba, y por ejemplo yo en el hotel Nievesol de Formigal me siento como en casa. Además, cuentan con el mejor barman que he conocido, el incomparable Miguel Brota, experto en coctelería al que sirvo de cobaya en sus experimentos.

Gonzalo de la Figuera en Pirineos Sur 2014
Gonzalo de la Figuera en Pirineos Sur 2014
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