‘¿El último concierto?’ va a tener lugar con música en directo en streaming desde diferentes salas emblemáticas como La Creedence de Zaragoza.
Por el momento son 94 salas las que se han unido para reivindicar la continuidad de la música en directo y denunciar unas pérdidas que, aseguran, llegarán al final del año a 120 millones de euros. La Creedence es el único local de Aragón que va a participar, si bien la asociación Aragón En Vivo forma parte de este evento y representa a 17 salas de nuestra comunidad. Afirman, también, que 2020 terminará con 25.000 conciertos cancelados y 5.000 personas trabajadoras directas afectadas.
Por ello, están organizando ‘¿El último concierto?’. Un nombre nada descabellado teniendo en cuenta que, como mínimo, han sido ya quince las salas que han cerrado sus puertas definitivamente y casi el 100% las que no están pudiendo ofrecer conciertos. Esta jornada reivindicativa contará con música en directo emitida en streaming desde las diferentes salas. Sera el 18 de noviembre, miércoles, con el hashtag #ElÚltimoConcierto.
Puedes leer bajo estas líneas el comunicado completo que han emitido y que han subido a la web elultimoconcierto.com junto con más información sobre esta jornada reivindicativa. Colabora la Plataforma de Salas de Conciertos formada por las asociaciones: ACCES (Asociación Cultural Coordinadora Estatal de Salas privadas de Música en directo), Aragón en Vivo, ASACC (Associació de Sales de Concerts de Catalunya), Kultura Live (Asociación de salas de música de Euskal Herria) y La Noche en Vivo (Asociación de Salas de Conciertos de Madrid).
La semana pasada, el Gobierno de Aragón, concedió subvenciones culturales por valor de un millón de euros en concepto de ayudas extraordinarias a la cultura. Por otra parte, el pasado 29 de octubre publicábamos en este portal el nacimiento de la Plataforma Intersectorial de la Música, Eventos y Espectáculos de Aragón. Se trata de la unión de las asociaciones SILVIS, ASTAVEA, APPORTE ARAGON, APPMA y Aragón en Vivo para defender los derechos del sector. Mandaron un escrito formal de queja al Ayuntamiento de Zaragoza para denunciar la mala gestión en cultura desde el comienzo de la actual pandemia por parte del consistorio. Remitieron otro texto al Gobierno de Aragón y lamentaron que sus ayudas hayan sido tan poco ágiles en el tiempo.
Comunicado completo:
Las salas de conciertos estamos viviendo, sin lugar a duda, la situación más crítica y nunca experimentada del sector hasta el momento.
La desaparición de salas es ya una triste realidad causada por la pandemia, pero sobre todo por la falta de acción y voluntad política de la administración que en este momento no es lo suficientemente consciente de que, como uno de los sectores más afectados por la crisis donde la mayoría de los espacios no han podido abrir sus puertas todavía, necesitamos una atención proporcional a nuestro grado de afectación si no queremos encontrarnos con un empobrecimiento y la desertificación cultural de nuestro territorio que por desgracia puede ser irreversible.
Hace casi ocho meses que prácticamente el 100% de las salas están cerradas y solo algunas pueden hacer conciertos en directo, con una drástica reducción de la capacidad condicionada por la distancia física, que reduce sus aforos a menos del 30% y con la prohibición de ejercer la actividad natural del baile que caracteriza a la mayoría de ellas.
El grado de incidencia de la pandemia en la actividad de este sector, en comparación con otros, es de los más elevados, algo que se contradice con la falta de capacidad para
interlocutar con las administraciones y con la casi inexistente ayuda que recibe para tratar de paliar estos efectos.
La gran mayoría de las salas no podrán sobrevivir en estas condiciones de endeudamiento progresivo más allá del 2020, a no ser que puedan recuperar la actividad en unas condiciones mínimas que no provoquen más pérdidas que las actuales, o que la
administración escuche las medidas de choque que se proponen para reducir los gastos mensuales y que asignen ayudas económicas para compensar las pérdidas adquiridas hasta el momento.
Debido a que la actividad de las salas se desarrolla en un espacio específico que requiere una importante inversión en insonorización, equipos técnicos y un gran volumen de trabajadores, y que dicha actividad está vinculada a una licencia municipal que por inactividad puede desaparecer debido a su caducidad, y que no se conceden nuevas licencias en la gran mayoría de municipios del país, la desaparición de las salas puede convertirse en un hecho irreparable.
Por otro lado, la situación de crisis general y la precariedad económica en la que ya se encuentran muchas salas, está haciendo aflorar ofertas de fondos de inversión buitre dispuestos a comprar licencias a bajo precio con una clara intención de especular y generar otro tipo de actividades, mucho más rentables que la música en vivo y la programación artística, hecho que puede contribuir a dejar el territorio sin algunos espacios culturales esenciales para el nacimiento y la evolución de la carrera de los artistas locales.
Es absolutamente necesario que se establezcan unas medidas de hibernación de los gastos y un sistema de compensaciones económicas proporcionales al grado de afectación que el sector está sufriendo desde hace 8 meses, de manera que ayuden a las salas a poder sobrevivir sin actividad mientras duren las restricciones, de la misma forma que es imprescindible que se equipare la actividad de las salas de conciertos a las del resto de equipamientos culturales como cines y teatros para que cuando las condiciones epidemiológicas lo permitan, puedan abrir cumpliendo con las mismas medidas sanitarias que establecen los protocolos de las artes escénicas.
Nos gustaría que la administración entendiera que el trabajo de salas que ofrecen una programación artística y musical estable de proximidad durante todo el año, es un bien cultural del país y que poder disponer de espacios donde el baile y la música actúan como nexo que amalgama la capacidad de disfrutar, relacionarse y enriquecerse social y culturalmente, no solo es una necesidad que gran parte de la población tenemos en diferentes momentos de nuestra vida, sino un servicio que debemos ofrecer y un derecho esencial de la ciudadanía que debe ser garantizado.
Más info: ¿El último concierto?