“¡A la hoguera con Justin Bieber y todos sus secuaces! ¡Acabemos con esos farsantes y con su imperio Disney lleno de sonrisas y de olor a pachuli! ¡Viva el sudor y la cerveza! Y, por supuesto, ¡Viva el Rock and Roll!”
Pese a todo lo que puedan leer, escuchar o presentir, estamos a salvo. El futuro está asegurado, y lo digo así, sin titubeos. No todos nuestros adolescentes están perdidos, algunos siguen sintiendo el “flow” del Rock sin necesidad de recurrir a lo que está de moda en las radios y televisiones. Todo ello lo pude descubrir en mi segunda entrega de The Brew en Zaragoza. Los británicos le están cogiendo gusto a estas tierras y no podemos hacer otra cosa que no sea aplaudir su decisión. Si hace un año solicitaba la presencia de Justin Barwik como pregonero del Pilar, ahora pido la inclusión del power trío en las listas de candidatos para las próximas elecciones. Tendremos menos quebraderos de cabeza, la crisis seguirá presente pero al menos la pasaremos con menos mala uva.
The Brew han grabado un muy buen tercer disco, algo difícil para un grupo de estas características técnicas. En ocasiones el dominio de un instrumento no asegura la capacidad de componer buenas canciones, pese a lo que opinen los “academicistas”. The Third Floor asegura que la defensa del directo va a estar a la altura de las expectativas. Ayer, con un sonido mucho más potente que en su anterior visita, lo volvieron a conseguir (dulce pitido de oídos).
Canciones como Sirens of war, Six dead, Reached the sky sonaron con contundencia, sin pisarse un instrumento a otro. Claros y concisos, una bala a la cabeza. Quien no conozca al grupo solamente habría que hablarles de las clarísimas influencias que tienen y que muestran sin ningún tipo de complejos: Hendrix, Ray Vaughan, The Who, Led Zeppelin e incluso algún intrépido podría vislumbrar algo de U2 en el tratamiento de la voz. El caso es que quien guste de rock, blues y demás híbridos hubiera disfrutado (o disfrutó) del concierto de ayer. Let it back, Master and the puppeter… no hubo tiempo para la calma, únicamente con la repesca del blues Kam, de su anterior grabación, se pudieron relajar los oídos.