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Mauricio Aznar con su guitarra junto a Jaime González, con camisa de cuadros, y parte del equipo del programa Edición Local de Radio Ebro. Foto del año 2000.
Mauricio Aznar con su guitarra junto a Jaime González, con camisa de cuadros, y parte del equipo del programa Edición Local de Radio Ebro. Foto del año 2000.

Historietas del Aragón Musical cap 5º: «Mi último Mauricio»

«Mauricio Aznar pasea por el Mercado Central de Zaragoza desde el año 2000. Acudió a por borrajas». Así comienza este relato real sobre Mauricio.

El quinto capítulo de las ‘Historietas del Aragón Musical’ llega en los días previos al estreno en los cines de ‘La Estrella Azul’, película dedicada a Mauricio Aznar bajo la dirección de Javier Macipe.

Se respira Mauricio por Zaragoza, hay diferentes actividades que nos van a acercar a su legado, y hace unos días, desde el Mercado Central de esta ciudad, quien escribe no pudo evitar emocionarse recordando sus encuentros con el músico.

Aquí aparecen reflejadas algunas de esas interacciones. La primera de ellas dejaría en shock al autor de estas líneas. Mauricio fue persona pero también dios, con todo lo que conlleva. En esta noche larga su zamba vela por nosotros.

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Mi último Mauricio

Mauricio Aznar pasea por el Mercado Central de Zaragoza desde el año 2000. Acudió a por borrajas y el lugar, alejado de los grandes centros comerciales, con la sencillez a la vista en forma de género sin aditivos, resulta el refugio ideal de quienes buscan lo verdadero. De vez en cuando me dejo caer por ahí al encuentro de Mauricio. Recorro los puestos y observo su cara de perpetuo treintañero, señalando con interés las verduras. Hoy soy mayor que él y no sé muy bien cómo dirigirme a quien nació antes que yo sin pasar de los 36.

«Escuchar aquello saliendo de la boca de la figura musical que más he admirado nunca. Así, sin calentamiento previo, de sopetón. ¡Vaya shock!».

Busca monedas en uno de sus bolsillos y deposita las compras en el cajón de la bici para continuar acariciando con su calzado los suelos centenarios. Sin prisas, con toda una eternidad por delante. Aquella que se encargará de aniquilar a quienes aún conversamos con él. A los que siempre lloraremos su ausencia. Su zamba nos vela en esta noche larga. Discos, fotos, vídeos, esculturas y demás Mauricio, sobrevivirán a nosotros, pero nada es para siempre.

Le saludo, haciéndole creer que el encuentro es casual. Trago fuerte para no llorar. Sonríe. Habla con entusiasmo del disco-libro que lleva en mente editar con su grupo Almagato. No le voy a decir que su sueño se cumplió en 2006, por no levantar sospechas. Me habla de Carlos Gurpegui, de lo que ha significado para él su ayuda. También de su viaje a la Argentina de la región de Santiago del Estero donde pronuncian las letras ce y zeta como aquí, y son un poco desastre a la hora de organizar cosas, como en Aragón, lugar en el que todo acaba saliendo adelante porque sí. Los dos polos del planeta de Mauricio se atraen.

«Fotos, discos, vídeos, esculturas y demás Mauricio, sobrevivirán a nosotros, pero nada es para siempre».

Aunque, en realidad, siempre que me veo en el Mercado Central viene inevitablemente a mi cabeza la primera conversación que mantuve con el genio, al que admiraba desde bien crío. Bueno, prácticamente ni hablé. Los nervios. Acudí a un concierto de Almagato, en la zaragozana sala Morrissey. La mencionada formación había hecho mella en mí, como en tantos corazones de seguidores de Aznar, con aquellas raíces honestas que venían de tierras americanas cargadas en la mochila del de Casablanca.

Llegaban hondo, a pesar de encontrarme, por época y edad, inmerso en el grunge, el punk californiano y el brit-pop. Recién acabado el show, en la calle, desde la puerta del ya desaparecido lugar, sencillamente se acercó y me dio las gracias por difundir el disco ‘7 Canciones al Modo Argentino’ desde la radio. Escuchar aquello saliendo de la boca de la figura musical que más he admirado nunca. Así, sin calentamiento previo, de sopetón. ¡Vaya shock!

«Almagato habían hecho mella en mí, como en tantos corazones de seguidores de Aznar, con aquellas raíces honestas que venían de la lejana Argentina cargadas en la mochila del de Casablanca».

No existe principio sin fin, pero aquel adiós sin despedida debería haber celebrado un carnaval de alopecia y arrugas. Un andador, quizás, para completar el decorado. Nuestro último encuentro se produjo demasiado temprano. Una mañana cualquiera, desde la calle a la que acabaría llamando mi calle. Nos saludamos. Mi último Mauricio se bajó de la bici. Sonrió. Habló con entusiasmo de un proyecto de disco-libro. De lo buena gente que es Gurpegui. De Santiago del Estero. Zeta, ce. Se dirigía al Mercado Central a comprar borrajas, me dijo. Subió a su bici. Y se fue.

Autor: Sergio Falces

Veracidad de la historieta: 90%.

Modificaciones: Los encuentros primero y último con Mauricio Aznar ocurrieron tal cual se relata. En el último de ellos, quien escribe, iba acompañado de su hermano Puri. Nunca hubo encuentro real desde el Mercado Central de Zaragoza donde, según el autor de estas líneas, seguirá siempre Mauricio. Es donde aseguró el músico que se dirigía y, tras no haberlo vuelto a ver más, ahí permanece. Obvio.

Fechas: El último encuentro con Mauricio tuvo lugar sobre primavera del año 2000. Mauricio nos dejaría en octubre de aquel mismo año.

Música: Puedes escuchar la música bajo estas líneas. El disco ‘7 Canciones al Modo Argentino’, muy protagonista de esta historieta, casi ha monopolizado la banda sonora de fondo durante la escritura del relato. No ha faltado Mauricio tocando en la radio en directo durante una entrevista realizada por quien ha escrito este texto. Era importante recoger la etapa anterior de Aznar, con su grupo Más Birras, así como escuchar a Carlos Carabajal, padre de la chacarera y gran influencia musical y personal de Mauricio en sus últimos años.

Curiosidad 1: En la foto que ilustra esta historieta podemos ver a Mauricio Aznar junto a Jaime González y el autor de este texto con parte del equipo de personas del programa de radio Edición Local que dirigía desde Radio Ebro. Bajo estos párrafos hay disponible una entrevista en ese mismo espacio radiofónico a Mauricio que, además, tocó unos temas en directo con su guitarra.

Curiosidad 2: Este relato sale desde la sensación de que te despediste de alguien sin saber que era para siempre y aquella persona sigue ahí donde la dejaste. Necesitas pensar que nunca salió de aquel lugar al que se dirigía y preservar, de este modo, su vida ahí dentro, a salvo, para llorar lo menos posible una muerte que no entiendes. Sigue vivo, sigue sonriendo y nos sigue guiando. Quien escribe considera aquel día en el que Mauricio se le acercó a darle las gracias por estar difundiendo su disco desde la radio, como uno de los más destacados de su vida. Fue así por lo que supuso aquel encuentro, pero también por el concierto de Almagato que acababa de presenciar, con todo el mundo disfrutándolo, con la sala a tope, sentados en el suelo.

Banda Sonora:

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