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Riders of the Canyon
Riders of the Canyon. C.C. Salvador Allende, Zaragoza, 5/5/2024. Foto, Cortesía de Antonio Elías en X

CRÓNICAS: Riders of the Canyon. C.C. Salvador Allende, Zaragoza, 5/5/2024. Por Beatriz L.

La meteorología de una tarde de domingo perezoso conjuró para que el Ciclo de Músicas Dispares Bombo y Platillo nos dejase con las ganas de disfrutar de la última actuación de la gira de Riders of the Canyon en el patio del Centro Cívico Salvador Allende de Zaragoza, como estaba previsto.

Ya en la primera canción, la que da nombre a la banda, el disco, o viceversa… una lluvia algo tímida pero también pertinaz hacía imposible la continuidad a la intemperie, pero denotaba que “algo” quizás mágico estaba a punto de suceder. En unos minutos, la decisión de músicos y organización satisfacía a quienes nos habíamos acercado a este singular espacio para conocer su propuesta colectiva y el concierto continuó en el salón de actos, en acústico, sirviendo de estimulante spoiler para el “original”, que pasará a celebrarse en otra fecha. Una suerte, pero de eso fuimos siendo conscientes poquito a poco.

Una vez dentro, nos convertimos en privilegiados testigos del porqué de esta superbanda. Joana Serrat, Matthew McDaid, Roger Usart y Víctor Partido improvisaron un recital en el que sus voces se acariciaron unas a otras, creando una intimidad musical compacta y muy atractiva. La alegre claridad de Matthew encaja como un guante con el toque algo más melancólico de Víctor, el timbre de profundidad serena de Roger y los matices preciosos de Joana. Son francamente buenos. Con tres guitarras certeras, un micrófono, las suelas de sus botas y una armónica evocadora de otras latitudes, enlazaron canciones de su disco en común con algunos temas previos como el maravilloso Back home de Roger o la delicada Your gold could be mine de Joana. También Víctor interpretó con mucha dulzura Birds, de Linda Ronstadt. Dejaron en el aire la promesa de más, con un tema sobre la permanencia del amor que todavía no ha pasado por el estudio. Americana amable para un domingo de mayo en la ciudad. Finalmente, se incorporó Toni Serrat con la pandereta para dejar el clásico Can the circle be unbroken cerrando de un modo enérgico e impecable -buscado o no- el día de la madre. Y es que no, el círculo nunca se romperá.

Quedamos, llenos de gratitud y deseo, a la espera de lo que vendrá. Bendita lluvia.

Beatriz L. / Foto cortesía de Antonio Elías (en X) 

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