CRÓNICA: ARMAND PLISSÉ + EXXASENS. Sala López (Zaragoza), 17/02/12. Por Jaime Oriz y Andrea Anguita

El post-rock, esa dichosa etiqueta inventada en los 90, lejos de caer en el olvido y en el estancamiento, sigue amamantando a nuevas bandas que buscan unas estructuras diferentes a las preestablecidas (aunque en ocasiones pueda ya caer en cierta estandarización). Los que aún se quedaron con ganas de más después ver en directo a Mogwai y a Explosions In The Sky tenían una cita ineludible en la Sala López con los directos de Armand Plissé y Exxasens, dos bandas que aún unidas por un estilo mantienen personalidades propias.

Armand Plissé no se dejan ver mucho por los escenarios zaragozanos, pero después de lo visto, espero que esa situación se corrija. Versionaron de manera muy solvente a Mogwai (Batcat) y a Kyuss(Asteroid), y no es casualidad, precisamente estas dos bandas sirven de eje a su sonido: la crudeza de los escoceses de los tiempos de Rock action y el stoner de los californianos. Con las ideas más claras de lo que me esperaba, los cuatro turiasonenses desplegaron un efectivo, intrincado y fascinante muro de sonido, en el que era difícil entrar, pero más lo era salir a lo largo de tan solo seis piezas. Lo mejor de la noche llegó con una última pieza de más de diez minutos (Laura Palmer) llena de intensidad, cambios de ritmo, giros inesperados y un sampler de la película Il Divo. Si siguen por este camino y entran a grabar algo próximamente al estudio, podemos estar ante una de las esperanzas del género en esta comunidad.

Si Armand Plissé reflejan a los Mogwai más ariscos, Exxasens representan a los más atmosféricos, los de los tiempos de Happy Songs for Happy People. Los catalanes mostraron una técnica depurada e hicieron gala de un sonido casi perfecto. Su último disco, Eleven miles, desprende cierto aroma cinematográfico y sus actuaciones van reforzadas por proyecciones visuales, que por desgracia no pudimos disfrutar por motivos técnicos. Aunque el viejo truco de subidas y bajadas de tensión sigue funcionando, a su épica con un ojo puesto también en el brillante debut de Hope of the States (injustamente olvidado), se le queda aún grande un concierto de más de una hora. Por suerte, momentos en los que recurrían a ritmos pesados, propios del metal, devolvían el interés. Como curiosidad quedará esa versión de Standstill (¿Por qué me llamas a estas horas?) que llevaron a su terreno de manera previsible, pero no por ello menos interesante.

Texto: Jaime Oriz – Fotos: Andrea Anguita

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