La segunda avenida (o tercera o cuarta) de Ariadna Redondo al mundo de la música popular parece ser la definitiva. Una artista hecha a sí misma que ha experimentado todas las facetas de la música. Recuerdo aquellos primeros años de los dos mil cuando era la parte más visible de Baskerville, algo no encajaba, era una gigante en escena, una devoradora de aplausos pero mantenía algo de verdad en aquella voz. El paso de los años y los diferentes escenarios han forjado a la artista que es ahora. Y aunque haya, tal vez, más oídos después de su paso por televisión, Ariadna sigue manteniendo el espíritu que mostraba en los bares en los que tras teclado y loopers volvía a hacerse enorme sin la necesidad de pasearse entre las tablas.
Este media duración es el paso correcto en la cuerda floja. Dark inicia el recorrido, de apenas veinte minutos, con palmas y suspiros electrónicos. Muy en la onda de nuevas voces como Alice Wonder en las que el soul recorre sendas digitales con el mismo fin: emocionar. Rain es un corte más clasista, en el que las teclas bicolores son pulsadas con el sutil tacto de un relojero y dan lugar a una eclosión celta en la que el espíritu de Dolores O’Riordan da el beneplácito a Chris Martin con un guiño acertado. La colección de canciones despunta en el pop Miles Away donde la batería irrumpe sacando al espectador del letargo melancólico. Las canciones si no son escuchadas no existen. De nuevo la faceta más íntima aparece en closer con chasquidos y ritmos cortantes en los que los susurros se funden con el vello erizado, oscuridad y alevosía en blanco y negro.
Cry suena a salmo y a ascenso a los cielos y Lie cierra con algo de toque americano con guitarra y batería surcando un cerro al amanecer. From the Dark es algo más que una carta de presentación de alguien que ya conocemos. Debe ser el inicio de algo que se asentará y formará parte del paisaje al menos durante unos cuantos lustros. Esperemos estar vivos para contarlo.
Stabilito, D.
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