Comenzó el Pilar 2023 con el flaco más incombustible de la música española, el “profeta del vicio”, Joaquín Sabina. Al nombrarlo hablamos quizá del ejemplo más arraigado popularmente de “poeta musical” y así lo nombran todos aquellos aficionados que, de una u otra forma, conocen su trayectoria. Es esa poesía que contienen sus canciones la que le ha hecho famoso, aunque sin duda también sus composiciones y melodías lo han situado en el podio de la canción popular en español de todos los tiempos. Empezó mirando muy atrás en su discografía y se remontó hasta mediados de los 80 para ejecutar una estupenda versión de “Cuando era más joven”, punta de lanza del álbum Juez y Parte. Con “Sintiéndolo mucho” y “Lo niego todo” se acercó hasta el presente más inmediato, para volver después con “Mentiras piadosas” hasta esos ochenta en los que España le abrió las puertas de par en par a este cantautor que mezclaba canallismo y poesía urbana en favor de unas canciones con un claro toque dylaniano que le iban como anillo al dedo. Pero fue con “Por el boulevard de los sueños rotos” con la que despertó a la numerosa audiencia que casi llenó el Pabellón Príncipe Felipe la noche del pasado viernes, gracias a una interpretación sobresaliente junto a su inseparable Mara Barros. Punto a favor para el rescate de “Llueve sobre mojado”, una canción mayúscula que grabó junto a Fito Paez en ese experimento fallido en lo personal que fue Enemigos Íntimos. Como Joaquín conoce a la perfección -y mejor que nadie- sus limitaciones y flaqueos, deja que varias canciones las canten los miembros de sus banda mientras él se retira a descansar o cambiarse de ropa. Así “La canción más hermosa del mundo” fue magistralmente interpretada por Antonio García de Diego y “El caso de la rubia platino” por Jaime Asúa. Pero es cuando Joaquín canta cuando la emoción realmente se corta con un cuchillo, pues es esa negra voz la que esconde toda la verdad -y nada más que la verdad- de una vida absolutamente exprimida tanto en lo artístico como en lo personal. Con “19 días y 500 noches”, “Peces de ciudad” e “Y sin embargo” se llegó sin duda a la cima del show, pues la entrega del público en estas tres canciones fue del todo exuberante. Como bises, “Contigo”, “Noches de boda”, “Y nos dieron las 10” y “Pastillas para no soñar”, que puso el punto final al que posiblemente sea el último concierto de la historia de Joaquín Sabina en nuestra ciudad.
Texto: Alejandro Elías / Fotos, Luis Lorente